Nuevo Ciclo de ESTÁTICA.

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2 octubre, 2012 · 23:39

Vuelve «Estática (Oratorio para Cuatro Cuerpos)»

Para todos los que se quedaron con ganas de ver ESTÁTICA (escrita y dirigida por SUSANA TORRES MOLINA) el año pasado en el CCC (Centro Cultural de la Cooperación)…,

para los que la vieron y la quieren volver a ver…,

para todos a los que «se les pasó» porque no se enteraron…:

ESTÁTICA vuelve en Octubre, esta vez en OFELIA CASA TEATRO.

En breve, más información.

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Otra crítica para compartir

http://sur.elargentino.com/notas/girando-en-el-vacio

GIRANDO EN EL VACÍO
Año 4. Edición número 173. Domingo 11 de septiembre de 2011
Por Exequiel SidDig
Estática es la contundente obra que Susana Torres Molina presenta en el CCC.

Con una ductilidad como de nadadora de los Siete Mares, la dramaturga Susana Torres Molina pasó de dirigir el año pasado Esa extraña forma de la pasión, una obra propia que representaba la llaga de la dictadura desde la entrañas (un centro clandestino), al teatro poé­tico en que lo medular es compartido por todos los seres humanos. Estática (oratorio para cuatro cuerpos), que va los domingos a las 20.15 en el Centro Cultural de la Cooperación (Corrientes 1543), es una indagación existencial sobre la monotonía ineluctable del deterioro físico y mental, la relación filial como escollo laberíntico y ese mecanismo fragilísimo, rompible hasta por el efecto de un chasquido, que es la vida misma.
La polifonía teatral de esta obra encuadra ese mecanismo y sus “desperfectos”. Se trata de “Madre”, una ex pianista que levita en un geriátrico, con 95 años a cuestas y la muda de “1680 pañales por año”; e “Hijo”, que no se decide a ser el timonel de su vida y que queda encallado en la duda eterna donde mora la omnipresencia maternal. Luego, la “Muda” es una mujer que acecha al Hijo, que espera un hijo –¿suyo?–, y que es la oveja negra de una familia que la condenó a la expulsión del paraíso de clase por no abortar. El cuadrado se cierra con “Testigo”, que actúa como commentatore, el coro unipersonal que informa, inquieta con sincericidios punzantes o conduce la mirada, que vuelve a cambiar sin embargo con el oleaje de los otros tres y sus relaciones.
Porque, como escribió STM al principio de la obra: “Estática es un texto abierto, sin didascalias, para invitar a la dirección y a los actores a explorar la relación de los personajes entre sí, y con el espacio escénico sugerido”. En este caso, los personajes se mueven por el escenario con artefactos que tienen rueditas; componen un baile que de a ratos manifiesta el frenesí espiritual que provoca el encallamiento, la clausura interna a la que están sumidos los personajes.
La obra ganó en 2003 el Premio Casa de las Américas. Festival Escena Contemporánea en Madrid a la dramaturgia innovadora. Esta vez, la directora volvió a convocar a tres de los actores de su obra anterior –Emiliano Díaz, Gabriela Saidon y Santiago Schefer– y a Silvia Dietrich, cuya composición de la madre decrépita es magnífica, al punto de componer la fragilidad gerontológica casi hasta con los propios huesos.
La plegaria de todos y cada uno se despliega en canon como un artificio poético montado en el escenario: los cuerpos interactúan pero no hablan entre sí. En sus labios se retuercen soliloquios que sí entablan diálogos, pero ya no con la presencias sino con los fantasmas de sus interlocutores. Hay un compás de espera. La Madre, por una nueva dentadura postiza, que el Hijo no le compra. La Muda, por el nacimiento de eso, que sabe se llevará su belleza y su tranquilidad acallada. Por su parte, el Hijo está obsesionado en una trampa existencial, que lo tiene atado de pies y manos. “Hoy decido ir”, dice, refiriéndose a la visita semanal a su madre. “Alivia poder decidir. Sobre algo. Evitar el tironeo. Mental. Pingpongs vertiginosos. Pros. Contras. Pros. Contras. Pros”.
La obra tiene esa cadencia desesperante en el decir. Díaz se luce interpretando una desesperación contenida como por un chaleco de fuerzas. Saidon contiene en sus pómulos esa frontera lábil entre lo dulce y lo perverso. Schefer parece portar un extraño don: en su porte anida siempre la anunciación del mensajero que trae noticias del apocalipsis con una mueca cínica y distanciadora. Habrá que advertir, en todo caso, que Estática hace estragos en la verdad subjetiva del espectador: luego de pasear por los entresijos de su hondura –la vida tan cerca de la muerte– es imposible seguir haciéndose el idiota y no “mirarse al espejo”

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Comentarios & Críticas sobre «ESTÁTICA» (fragmentos)

Torres Molina dispara su oscura reflexión a manera de consignas sobre los actores. La experiencia interna de cada uno y la interacción grupal modifican las posibles relaciones entre los personajes y la misma trayectoria de la propuesta (como la luz se refracta al atravesar el prisma). Este proceso dramático de Estática es el elemento más rico jugado por la dramaturgia. La obra sume al espectador en una parálisis de ilusiones y consuelos, demuele espejismos y trascendencias. Es un acto dramáticamente audaz por su crudeza existencial. Luis Mazas. Revista Veintitrés.

La pieza provoca sentimientos cruzados. Inquieta. Todos pertenecemos a esa red, a ese mecanismo efímero. Susana Torres Molina apuesta fuerte a la madurez de sus espectadores. Los interpela con llamadas de auxilio. Emiliano Díaz se luce en su papel del hijo. Silvia Dietrich compone un conmovedor retrato de la madre que espera a un fantasma. Gabriela Saidon es capaz de expresar con sonrisas y palabras todo el odio y la rebeldía de una generación abandonada. Santiago Schefer, locutor de oficio, lleva el hilo con gran sensibilidad, aportando algunos de los elementos sonoros de este oratorio, que funcionan también así, con interferencias, reuniendo fragmentos de melodías, contraponiéndose a las voces que pelean para demostrar indignadas su permanencia. Laura Ávila. Planear Sobre Buenos Aires.

La puesta en escena de la decadencia del cuerpo, de la inercia que subyace en todo ser humano, aún cuando ha declinado de sus esperanzas más triviales, de este rompecabezas en el que todos procuran evitar el dolor, está ideada con maestría. Estática es una obra que requiere ingenio para hacerla jugar. Sin caer en golpes bajos, muestra el deterioro de quienes van dejando la vida y de quienes se desgastan en el ajetreo de cuidarlos. Al mismo tiempo, muestra la contracara de quienes tienen en sus manos el porvenir pero sienten que caen bajo el peso de esa responsabilidad. Por otro lado, el contrapunto entre la quietud y la necesidad de moverse está muy bien logrado por medio del uso de sillas con ruedas que permite mostrar cómo estos seres varados, imposibilitados de contactarse entre sí, a su modo, navegan. Estática habla de la nostalgia, del miedo a la enfermedad, de la inercia de seguir y el deseo de escapar, de la quietud y del dolor y lo hace de una manera no lineal que despierta en el espectador – junto con la identificación – una serie de asociaciones por fuera de lo textual. Pía Irazábal. Palabras y Afines.

Teatro familiar desfamiliarizado. Vínculos que se muestran y se deshacen en su plena fortaleza. No hay caracteres en la obra, lo que hay es riesgo, lo que hay es aventura. Lo que hay es un inventarse a sí misma como experimentadora y como maestra. Tato Pavlovsky

Una historia familiar como eje. Una vecina que observa y compromete algo más que su mirada. Un testigo/relator que va completando datos que faltan, se escapan, sorprenden. Un cuarteto de seres muy intensos. Sus pasados han sido importantes y sus presentes han entrado en un estado de degradación notable. Es la confrontación de los tiempos lo que los lleva a ingresar en unas crisis que son, precisamente, sustancia primordial de este drama. Cuatro intérpretes muy intensos dan vida a esas criaturas que, de forma fragmentada, construyen un relato mayor frente al que el espectador no se sentirá ajeno. Como en buena parte de la producción de Torres Molina, a una investigación dramatúrgica muy apoyada en el cuerpo de los personajes, se suma un estilizado trabajo con los actores y una búsqueda en el espacio que aquí, se completa con una atractiva escenografía de Eduardo Manfredi. Carlos Pacheco / La Nación


Con muy pocos elementos escénicos se crea un clima. Las actuaciones están muy bien, se destacan particularmente las de Gabi Saidon (La Muda) y Silvia Dietrich (La Madre), dos actrices de gran trayectoria en el teatro independiente. Un espectáculo duro, pero por lo real de los casos. Silvia Sánchez Urite

Es un texto hermoso y profundo literariamente hablando… Lo que nos gustó… fue la capacidad para armar una situación profundamente dramática desde una textualidad intensa y declarativa, desde la información al público, la mirada al público, el relator que por si los personajes no lo hicieran, redobla con comentarios y metacomentarios. Y sin embargo es teatro, desde los movimientos en escena, muy bien manejados, hasta todo lo que transcurre entre estos tres personajes, toda esa tirantez dolorosa. Están muy bien los actores, impecables. Y está muy bien la marcación corporal y de traslados y movimientos que van marcando alianzas que aparecen y se deshacen a cada rato para formar otras nuevas. En ese sentido creo que lo teatral también ocurre ahí, porque aunque los personajes casi no dialoguen entre ellos se juntan y se separan en diálogos implícitos a cada rato. Me encanta también la sutil mirada de género que hay, esa cadena de vidas femeninas desde la que va a morir a la que está pariendo y esos conflictos desde la parturienta con sus padres hasta la madre con su hijo crecido están mirados siempre desde una perspectiva femenina muy consciente. Elsa Drucaroff (email enviado a Susana Torres Molina)

…Pero, al mismo tiempo, estos anónimos son atravesados por una oposición que los excede, la de lo estático y lo dinámico: dos términos que se definen mutuamente por exclusión. Es decir, o se es estático o se es dinámico. Lo estático es lo inerte, lo quieto, lo inmóvil, lo inmutable, (pero también) lo que permanece en equilibrio. Lo dinámico es lo activo, lo enérgico, lo variable (y siguiendo esta lógica de contradicciones) lo desequilibrado. Los seres de Estática padecen el tiempo, lo sufren en sus huesos y
en su carne. Todos ellos son también testigos de su propia historia y contarla es su forma de resistir el devenir. Ellos son su relato. La puesta de Susana Torres Molina deja de lado la solemnidad para tratar este tema: las reflexiones acerca del inevitable paso del tiempo se entremezclan con el gran trabajo corporal de los actores. La oposición estática-dinámica queda perfectamente explicitada en el excelente trabajo escenográfico de Eduardo Manfredi. La dimensión “móvil” de las sillas y la mesa, de aquello pensado para moverse (los “muebles”) muchas veces es olvidada, paralizándolos. En la puesta, las sillas y la mesa recuperan su dinamismo, y a su vez, lo extreman. De esta forma, las relaciones se invierten: los objetos, naturalmente inertes son aquí sinónimo de movilidad, y los cuerpos, naturalmente activos, se acercan a lo inmóvil. Estática logra plasmar, a partir de los relatos de estos seres en extremo solitarios, una contradicción fundamental: aquella entre el permanecer y el fluir. Bettina Girotti. GeoTeatral.

De forma análoga a lo que sucede en el nivel narrativo, todos los componentes de esta pieza apuntan a enfatizar esa oposición entre la inmovilidad que gobierna a los personajes y lo vertiginoso del mundo que habitan. En ese sentido, la fragmentación del texto dramático ayuda a la creación de una puesta en escena dinámica, donde la escenografía móvil funciona como medio de locomoción para estos personajes. Con trabajos actorales de gran compromiso emotivo, este espectáculo constituye una interesante indagación sobre el momento de la vida en el que todo se vuelve estático. Lucas Lagré. Montaje Decadente.

El texto, muy logrado literariamente, la propuesta minimalista, las buenas actuaciones y ese desplazamiento por la narración que parece excluir el diálogo y que desubica hacen, para mí, muy atractiva la obra. Una obra que parece hecha como un trabajo de orfebrería, con un enorme cuidado con la escritura y un delicado tratamiento con la escena. Julia Elena Sagaseta (email a Susana Torres Molina).

 

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¿Qué es este blog?

Este blog tiene como objetivo informar y reflexionar en torno al espectáculo Estática (oratorio para cuatro cuerpos), escrito y dirigido por Susana Torres Molina que se encuentra actualmente en cartelera realizando funciones en el Centro Cultural de la Cooperación.

Ficha Técnica del espectáculo.

Elenco / Emiliano Diaz, Silvia Dietrich, Gabriela Saidón, Santiago Schefer

Diseño de Luces / Santiago Botet

Realización Escenográfica / Eduardo Manfredi

Fotografía / Marcelo González Forestano & Patricia Pearson

Asistente de Producción / Claudia Hercman

Prensa / Simkin & Franco

Producción Ejecutiva / Sonia Caligo

Dramaturgista / María Mascheroni

Director Asistente / Christian Lange

Dramaturgia & Dirección General / Susana Torres Molina

Funciones / Domingos 20.15hrs

ESTÁTICA en el CCC

ESTÁTICA, de SUSANA TORRES MOLINA

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